Interacción Social en Niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA): Reconociendo Señales Tempranas de Autismo
Sería beneficioso que la comprensión de los trastornos del espectro autista (TEA) y sus señales formara parte de nuestra educación académica en todos los niveles. Estos conocimientos, quizás más útiles que otros temas actualmente enseñados, podrían reemplazar contenidos menos relevantes en el currículo.
La interacción social, tanto en jóvenes como en adultos, nos permite dialogar sobre diversos temas, creando así las bases de nuestras relaciones sociales. Esta interacción se da al hablar con alguien, enviar un mensaje o reaccionar a uno recibido, y es aquí donde desarrollamos lo que se conoce como inteligencia social.
En la infancia, nuestro desarrollo físico y cognitivo, significa del conocimiento, es proporcionalmente más acelerado que en la adultez. Por ejemplo, un bebé nace con aproximadamente 50 centímetros y crece unos 24 centímetros durante su primer año. Este crecimiento se desacelera en el segundo año y solo crece la mitad, es decir 12 centímetros, por eso aparece la inapetencia, necesita menos nutrientes y alimentos para crecer. En las niñas, observamos un proceso interesante relacionado con sus folículos u ovocitos, disminuyendo rápidamente su número desde la etapa fetal hasta la menarquia o primera menstruación. Como dato curioso las niñas comienzan con unos 6 millones de folículos primitivos que utiliza en su desarrollo fetal, al final del embarazo antes de nacer solo les queda aproximadamente 2600 de esos 6 millones. Los sigue utilizando durante su niñez pero en la pubertad se van despertando unos 100 de ellos, que se convierten en folículos reproductivos, quedando solo unos 40 mil folículos maduros y cada mes durante su menstruación perderá aproximadamente 1200 de ellos, para al acabarse aparecerá la menopausia. Estos cambios en el desarrollo físico y biológicos son paralelos a una interacción social infantil muy particular.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta interacción social no se desarrolla adecuadamente o se ve alterada?
Estas desviaciones se convierten en señales de alerta del TEA, que padres, tutores, y especialistas deben aprender a identificar lo antes posible. Algunos de los problemas de interacción social más comunes en niños con TEA pueden incluir:
- Dificultad para hacer amigos, especialmente en entornos donde otros niños sí lo logran.
- Falta de participación en juegos interactivos.
- Retraimiento sin razones aparentes.
- Ausencia o evitación de contacto visual y sonrisas, que no se debe a timidez extrema.
- Tendencia a tratar a las personas como objetos, un comportamiento inusual en otros niños.
- Preferencia por la soledad, notable en áreas de juego libre.
- Incapacidad para mostrar empatía de manera constante y frecuente.
Estos comportamientos pueden ser reflejo de desequilibrios en los sentidos visuales, auditivos, táctiles, gustativos y olfativos, que son demasiado intensos o demasiado débiles. Esta sensibilidad sensorial alterada será explicada con más detalle en el próximo episodio. Es importante recordar que la detección temprana es clave para una intervención efectiva. A menudo, nuestro cuerpo busca mitigar estímulos intensos y peligrosos, por lo que estar atentos para ayudar a nuestros hijos, o a los de otros, es fundamental para prevenir futuras complicaciones.
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